La llegada de los "vinos naranja" a los restaurantes.
- Moisés Silva
- 8 mar
- 6 Min. de lectura

No te intrigues si la persona que se sienta a tu lado en el restaurante le pregunta al camarero: "¿Tienen vino naranja en su carta?" Esta escena, que podría haber parecido inusual hace algunos años, se ha vuelto cada vez más frecuente. Los vinos naranja, también conocidos como "vinos ámbar" o "vinos de contacto con la piel" (skin-contact wines), están ganando espacio en las cartas de vinos de restaurantes alrededor del mundo. Son los favoritos de aquellos que disfrutan de vinos naturales y biodinámicos, y han conquistado a un público que busca experiencias diferentes y auténticas en el mundo del vino. Además, son considerados un gran comodín para la maridaje, ya que pueden combinar con una variedad de platos, desde carnes y pescados hasta quesos y vegetales.
El vino naranja es, esencialmente, un vino blanco que ha sido fermentado con las pieles de las uvas, algo que no es común en la producción de vinos blancos tradicionales. Mientras que los vinos blancos convencionales se elaboran con poco o ningún contacto de las pieles con el mosto, el vino naranja se deja en contacto con las pieles durante un período que puede variar desde unos días hasta varios meses. Este proceso le confiere al vino un color que va desde tonos ámbar hasta un naranja intenso, además de una complejidad aromática y una textura más robusta, con taninos perceptibles. El resultado es un vino que combina la acidez fresca de los blancos con la estructura y profundidad de los tintos, creando una experiencia sensorial única.
La historia del vino naranja es fascinante y se remonta a miles de años. La técnica de fermentación con las pieles es una de las más antiguas del mundo, originaria de la región de Georgia, donde los vinos se fermentan tradicionalmente en ánforas de barro llamadas "qvevri". Esta práctica se ha conservado a lo largo de los siglos y, en los últimos años, ha sido redescubierta por productores de vinos naturales en países como Italia, Eslovenia, Austria e incluso en Estados Unidos. Georgia, sin embargo, sigue siendo el epicentro de esta tradición, y muchos de los mejores vinos naranja del mundo aún provienen de esta región.
En los últimos 500 años, viticultores de Friuli-Venecia Julia, en Italia, y de Eslovenia adoptaron la técnica ancestral de vinificación georgiana. Este método implica la fermentación de racimos enteros de uvas en ánforas de arcilla, lo que le da al vino características únicas. Hasta mediados del siglo XX, los vinos blancos fermentados con las pieles eran comunes en países como Italia, Eslovenia, Eslovaquia, Croacia, Alemania y Austria. Sin embargo, esta práctica fue gradualmente abandonada con el advenimiento de técnicas de vinificación más modernas e industrializadas.
El renacimiento del vino naranja se atribuye en gran medida al enólogo Josko Gravner. Tras visitar Georgia en los años 2000, Gravner implementó la técnica tradicional en su bodega en Friuli-Venecia Julia y lanzó su versión del vino naranja en 2001. A pesar de esto, el término "Orange Wine" (Vino Naranja) fue acuñado por el comerciante inglés David A. Harvey, quien lo utilizó por primera vez en 2004. Desde entonces, el vino naranja ha ganado popularidad y reconocimiento en todo el mundo.
Actualmente, el vino naranja se produce en diversos países, con destaque en Italia, Eslovenia, Georgia, Austria, Francia, Estados Unidos, Australia y Sudáfrica. En Brasil, algunas bodegas también han invertido en esta categoría de vino, explorando uvas locales y adaptando la técnica ancestral a las condiciones climáticas y de suelo del país. El uso de métodos ancestrales, como la fermentación con levaduras salvajes y la mínima intervención durante el proceso de vinificación, hace del vino naranja una elección natural para aquellos que valoran vinos auténticos y sostenibles.

El crecimiento del consumo de vino naranja ha sido impulsado por una serie de factores. En primer lugar, hay un interés creciente por los vinos naturales, que se producen con la mínima intervención posible, tanto en el viñedo como en la vinificación. El vino naranja, a menudo elaborado de manera artesanal y sin aditivos químicos, encaja perfectamente en esta categoría. En segundo lugar, los consumidores están cada vez más dispuestos a experimentar con nuevos sabores y estilos de vino, y el vino naranja ofrece una experiencia sensorial única que difiere tanto de los vinos blancos tradicionales como de los tintos.
Además, los medios especializados y los influenciadores del mundo del vino han desempeñado un papel crucial en la popularización del vino naranja. Publicaciones como "Wine Spectator" y "Decanter" han dedicado espacio para discutir las características y el potencial de este estilo de vino, mientras que sommeliers y enólogos han promovido catas y eventos temáticos para educar al público sobre sus matices. En los restaurantes, el vino naranja ha sido incluido cada vez más en las cartas de vinos, a menudo como una opción destacada para maridar con platos específicos.
La inclusión del vino naranja en las cartas de vinos ha sido una estrategia inteligente para los restaurantes que desean destacarse en un mercado competitivo. Este estilo de vino ofrece una alternativa interesante para los clientes que buscan algo diferente y memorable. Además, el vino naranja es extremadamente versátil en términos de maridaje, lo que lo convierte en una elección valiosa para los sommeliers. Por ejemplo, la acidez vibrante y los taninos sutiles del vino naranja lo hacen un excelente acompañamiento para platos que tradicionalmente se maridarían con vinos blancos o tintos. Combina bien con platos de pescados grasos, como salmón o atún, pero también puede acompañar carnes blancas, como pollo o cerdo, e incluso platos vegetarianos, como risottos de hongos o vegetales asados. Esta versatilidad permite que los restaurantes ofrezcan una experiencia gastronómica única, destacándose de la competencia.
Otro aspecto que ha contribuido a la popularidad del vino naranja en las cartas de vinos es su atractivo visual. El color ámbar o naranja es intrigante y atractivo, despertando la curiosidad de los clientes. Muchos restaurantes han utilizado esta característica a su favor, presentando el vino naranja como una opción "diferente" o "exclusiva", lo que puede aumentar el interés y las ventas. Además, la historia y la tradición detrás del vino naranja añaden un elemento de "storytelling" que puede enriquecer la experiencia del cliente, transformando una simple comida en un viaje cultural y sensorial.

Uno de los desafíos para la adopción del vino naranja en las cartas de vinos es la necesidad de educar a los consumidores sobre qué es y cómo apreciarlo. Muchas personas aún no están familiarizadas con este estilo de vino y pueden dudar en probarlo sin una explicación adecuada. Por eso, es fundamental que los restaurantes inviertan en la educación de su equipo y de los clientes. Sommeliers y camareros bien entrenados pueden desempeñar un papel crucial en este proceso, explicando las características del vino naranja, su historia y sus posibilidades de maridaje. Las catas guiadas y los eventos temáticos también son una excelente manera de introducir a los clientes a este estilo de vino, permitiéndoles experimentar y descubrir sus preferencias.
Además, la descripción del vino naranja en la carta de vinos debe ser clara e informativa, destacando sus características únicas y sugiriendo maridajes. Frases como "vino blanco fermentado con las pieles, resultando en un perfil complejo y aromático" o "un vino natural con notas de frutas secas, especias y taninos sutiles" pueden ayudar a despertar el interés de los clientes. La presentación del vino naranja como una opción auténtica y diferenciada puede atraer a un público más curioso y sofisticado, dispuesto a explorar nuevos sabores y experiencias.
El futuro del vino naranja parece prometedor, con un número creciente de productores y consumidores interesados en este estilo. A medida que más personas descubren sus cualidades únicas, es probable que el consumo continúe creciendo, tanto en restaurantes como en el comercio minorista. Además, la tendencia hacia vinos naturales y sostenibles debería impulsar aún más la popularidad del vino naranja, ya que muchos productores adoptan prácticas orgánicas y biodinámicas en su producción. Para los restaurantes, el vino naranja representa una oportunidad de innovación y diferenciación. Al incluirlo en sus cartas de vinos, pueden atraer a un público más diverso y ofrecer una experiencia gastronómica única. Sin embargo, es importante que esta inclusión se haga de manera estratégica, con un enfoque en la educación del consumidor y en la armonización con el menú.
En resumen, el vino naranja es mucho más que una tendencia pasajera. Representa un regreso a las raíces de la vinificación, con un toque moderno que cautiva los paladares contemporáneos. Para los amantes del vino que buscan algo diferente y auténtico, el vino naranja es una elección que vale la pena explorar. Y para los restaurantes, es una oportunidad de destacarse en un mercado cada vez más competitivo, ofreciendo una experiencia única y memorable para sus clientes. Así que, la próxima vez que estés en un restaurante y escuches a alguien preguntar: "¿Tienen vino naranja en su carta?", sabrás que esa persona está a punto de embarcarse en un fascinante viaje sensorial. ¿Y quién sabe? Tal vez tú también te animes a probarlo.
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